El amor como forma de vida

Quizás mis modelos matrimoniales nunca fueron 100% positivos. Quizás es normal por otra parte, quizás no… No lo sé. Pero de forma probablemente tóxica, cuando pienso en escribir algo sobre el amor siempre aparece una pequeña vocecita que me dice que será cursi y empieza a enviarme argumentos pesimistas o casi lamentables.

La libertad de decir lo que cada uno quiere y la seguridad de que la otra persona siempre va a estar ahí a pesar de todo son quizás dos de los principios que diría que dirigen el día a día tanto en la relación de mis padres como en la relación de mis abuelos. Por eso, consciente de que el romanticismo una vez existió en esta casa entre mis abuelos, me propuse encontrar unas postales de cuando ellos tenían 23 y 26 años respectivamente para disfrutar de ese momento de entusiasmo y pasión de un pasado de hace ya más de 60 años.

60 años es una cifra nada irrisoria y he de suponer (y no ser tan dura con ellos) que dan para muchas situaciones que recrudecen la relación y no dejan mucho margen al romanticismo, pero dan lugar a otras muchas donde mostrarse como un equipo y afrontar cada día a día como los mejores compañeros.

Últimamente he pensado mucho en lo que significa tener un día de celebración del amor a nivel mundial. Muchos de mis amigos critican ferozmente esta “fiesta” por el consumismo que acarrea y lo estúpido de un hecho para el que no deberíamos buscar excusas para celebrar. Estoy más que de acuerdo en que no tiene ningún sentido que nadie te recuerde que de vez en cuando, tienes que ser romántico y más aún ser romántico según los parámetros del capitalismo. Pero eso me hace pensar también que nunca está de más celebrar algo que suponga una vía de escape, una excepción a la rutina diaria que saque de la apatía y quizás devuelva algo de magia y de recuerdos a la relación.  Pienso de hecho que quizás en el fondo haga un beneficio social y de limpieza emocional el que tengamos un día del amor.

Sin embargo eso me hace también pensar que a pesar de que el romanticismo es algo innato al ser humano, como una especie de instinto que nos empuja a hacer feliz a la persona de la que estamos enamorados, también veo que en muchos casos, el romanticismo se convierte en algo forzoso, interesado o ridículo, que en un primer momento está constantemente presente pero rápidamente cae en el olvido. ¿Es entonces un instinto natural o es algo a lo que se recurre para conseguir un fin?

Durante mucho tiempo, escuchando a gente que llevaba en una relación muchos más años que yo y que parece otorgar un título de profesional del asunto, llegué a estar casi convencida de que efectivamente la vida es así de insípida y triste y lo único que nos queda es la resignación porque con el tiempo todo eso desaparece. Infinidad de expertos que relatan y escriben sobre la duración máxima del amor, de la pasión o del interés incluso en la persona con la que estás. Y la gloriosa frase de “es que llevas poco tiempo, ya verás dentro de unos añillos…”.

Puedo decir sin dudas que no hay nada más lejos de la realidad.

Vivir sin romanticismo es como vivir sin emoción o sensibilidad. Después de casi 10 años de relación, para mi ese instinto no es que haya desaparecido, sino que ha evolucionado hacia todo lo contrario, agudizándose,  desarrollándose,  volviéndose más creativo… Es precisamente la rutina y la monotonía de la vida lo que hace que necesitemos de emociones de este tipo, que nos recuerde qué es lo divertido y emocional del mundo y recibir cariño para que todos los días no se conviertan en el mismo repetido hasta la saciedad.

¿Por qué renunciar a esa complicidad, a esa amistad, a ese feeling que nos une y que es lo mágico, lo más hermoso y lo más divertido de la relación?

Siempre habrá jueces que vengan a dictaminar que es cursi o infantil, expertos con teorías infinitas sobre estadísticas, cifras o casos catastróficos como si se tratase de algo mesurable, y observadores que entre la envidia y la ridiculez, se rían de todo cuanto de romántico vean en los demás, como si tener un gesto romántico fuese algo que debe quedar en la más absoluta confidencialidad, pero discutir fuese lo más natural y hermoso de la vida.

El objetivo de todo esto no es otra cosa que ser feliz  y hacer feliz a otros, así que seguir lo que nos dicta el instinto no creo que fuese nunca tan positivo. Incluso si el capitalismo saca tajada de ello, no creo que esté de más que celebremos cosas de este tipo que alimentan los buenos sentimientos. Además, a diferencia del odio, estoy convencida de que el amor y el romanticismo pueden sin duda durar toda la vida. 

 

 


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